MARIA ISABEL PERALTA
1904 - 1926
Enferma, sin remedio, sólo espera, la barca puede ya estar
muy cerca: ella, la gran poeta, la que pudo ser la mas alta y
bella del insomne bosque, tiene y atesora otra faceta del amor:
su madre, postrada, enferma también; es amor de sufrimiento,
desolación, impotencia feroz, porque nuestra amada poeta sabe
que pronto caerán cielos oscurecidos sobre su lacerado cuerpo.
La contempla, le duele verla, indefensa.
Desesperante dolor quizá en la última tarde...
La dulce, bella poeta, la que nosotros queremos sin haberla cono-
cido, le conmueve lo que acontecerá cuando sus ojos se cierren...
Se sienten ya los pasos en la oscuridad, agoniza...; pero ella, la
amada tuberculosa, sólo piensa en que su madre quedará desam
parada tras su injusta partida...
María Isabel Peralta, ¡será posible encontrarte en algún rincón
pleno de aroma y calma? Te buscaré...
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