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miércoles, 18 de junio de 2008

LA MARAVILLOSA ELIANA NAVARRO

ELIANA NAVARRO
1920 - 2006

BARCAROLA

Como el sol,
y nos rodeaban.
Como El mar,
y nos rodeaban.
Iban cerrándose en finos círculos
y de todos los seres nos alejaban.

Quríamos huir. Nos estrechaban.
Gaviota, sal, orla de espumas,
música bárbara.
Las manos no eran manos.
Eran coral o llama.
El silencio se hacía predilecto.
La voz no contenía la palabra.

Acaso alguna vez volvamos
a encontrarlos,
-como el sol
como de llanto.
los círculos del sueño,
y nos parecerá que no existieron,
que fueron sólo una mirada,
la huella de la espuma
que la ola dejo sobre la playa.

SOMBRA

Va surgiendo la sombra sobre la tierra inerte.
En el valle silente hay un temblor de frío,
mientras cunde entre el bosque una angustia de muerte
y una quietud extraña se cierne sobre el río.

Los álamos elevan, cual fantasmas gigantes,
crispados de dolor, los brazos ateridos,
y en ademanes trágicos, mudos y suplicantes,
los matojos huraños son enanos dormidos.

Va surgiendo en mi alma una angustia indecible...
En la penumbra amiga siento que alguien me nombra:
Siempre esa voz extraña, dulce e imperceptible.
Una voz, un recuerdo... Siempre, siempre la sombra.

SALMO

Aquí, junto a esta puerta,
aquí llamo llorando.
Aquí sin cuerpo llego,
perdida de mi misma,
perdida de mis pasos,
de mi voz, de mi alma,
con un sabor de muerte
entre los labios.

Y tú tienes un verbo sin palabras,
una luz cegadora,
una sombra que es áspera,
un hálito de nieve,
un tiempo todo llagas.
Y estoy aquí llamándote,
como la frágil caña
cuya ceniza un soplo desparrama.

LA FLOR DE LA MONTAÑA
a mi hermana Raquel

He mirado la flor de la montaña
solitaria crecer en la espesura,
única en el fulgor de su dulzura,
dócil al sol, rebelde a la cizaña.

La sierra de alma bárbara y huraña
al sentirla nacer, se transfigura,
como si en esa frágil estructura
ardiera todo el fuego de su entraña.

La envuelve el viento en lumbre de pureza.
El agua que la besa es más profunda.
Todo se hace más hondo en su belleza.

Nacida desde el sol en alto vuelo,
un hálito de ensueño la circunda:
junto a su cáliz se detiene el cielo.

ELIANA NAVARRO

1 comentario:

Diego de la Noche dijo...

Siento ganas de llorar cuando recuerdo a Elianita... Recuerdo que
yo la adopté como mi madre. Y siempre
le decía, mamá, mamita, estoy tan solo... Y ella se emocionaba, pues no
podía entender que yo estuviera solo...
Enorme poeta. Luché para que se le diera el Premio Nacional... Inútil.

Mamá, mamita Eliana, todavía estoy tan solo...