JESÙS ESPARTERO 16 sep 2007 - 05:50 AM
AIRE VIGILANTE SOBRE LAS AGUAS
Mìnima obra dedicada a la futura Repùblica Mapuche
I
en la taberna de los cantos perdidos
pantera al acecho me recuerda quemadas alas
en la taberna de los cantos perdidos...
un hombre devoraba su cabeza,
masticaba tibias para refrescar la memoria...
tù no eres piedra erguida sino un espectro
gestado en cloacas, inmunda siombra nadante
confundièndose
en guijarros ya fantasmados, en un callar lejano terrible...
no te buscarè en ese mundo de huecas plegarias
al amor de oxidados candelabros,
mientras detràs de la piel
se mueren de angustia los pasos de aquel que jamàs vino a tu guarida
en procura de cànticos fragmentados...
ah, ya es hora... de ahogarse en largo temblor
para comenzar el camino que no existe
sino en la puerta de pueblos diseminados...
es el momento exacto, debemos masticar la visiòn,
sentir el milagro de lo intangible.
tù no quieres mirarte la nuca: sabes que una jaurìa
te està mordiendo los sesos.
nada haràs por cambiar imàgenes antes las cuales arrodillas
la cobardìa de no ser...
quisiste quemar las tribus, ¿recuerdas?,
matar aspiraciones de quienes defienden el corazòn tan propio
de la tierra.
te abruma esa mùsica que no desearìas oìr...
ma
às allà de todos tus festines,
tu mayor fiesta fue aplastar indìgenas,
hacerles polvo la moral y la luz...
ansiantes gusanos te esperan
y de nada serviràn tus oscuras mansiones de poder...
quèdate aplastando tu propia fotografìa...
ultimador de sueños, observa: se acercan las siluetas de los asesinados...
yo me irè con mis espantos a la soledad de la cordillera,
allì donde arrojaste al indòmito mapuche...
II
niños
niños preguntan por què se apoderan de la tierra
y el pan no emite su magia...
el frìo es otro invasor apropiàndose de los huesos...
ancianos miran el fuego que se extingue sin remedio...
III
esperanza
a tu lado siguen cayendo alas, sueños...
despuès de siglos de saquearte el alma, aùn no tienes seguros
el pan, luz, tibieza...
Luego de la tormenta
vendrà un rubio caballo salpicado de trèboles azules.
y serà como despertar...
IV
llanto a orillas del bio-bio
sollozos en el aire:
se retuerce el viento en los quillayes.
caerà el cielo sobre la escarcha cuando estèn envenenadas sus aguas
por ambiciòn y ceguera
de enfermos legisladores...
seremos exterminados como nuestros hermanos alacalufes?
los que arrean el rebaño de fauces
no poseen conciencia ni valor
para enfrentar este atropello a la narutaleza...
cada vez màs abandonados, autènticos herederos de selvas y aguas,
somos despreciados
por la furia corazonal de los civilizados...
enlutado està nuestro cazador de cristales y cielos:
se aleja entre gemidos y espumas...
multitudes milenarias sollozan en sus orillas...
V
la espera
siembra de terror en la ncohe, quebrado yace el cultrùn,
un viento pehuenche quisiera derribar
la soberbia, esa reina
de uñas largas, quemantes; la maldad.
algunos perros ladran, distantes,
otros fueron abatidos al no tolerar la pòlvora...
descendientes de Guacolda esperan...
VI
reptiles
reptiles en la noche: entre los arbustos
o en la sombra
puede surgir uniformada oscuridad...
se estremecen las entrañas de la tierra,
canelos se cubren de diamantes helados...
odia el viento ver sangra derramada,
rostros enmudecidos,
ambiciones apagadas a golpes de injusticia...
se sabe que allì està la fuerza de la carabina,
acechante,
el terror apenas deja pensar...
agujas y espinas son las sombras, aquellos que lucharon
y murieron por sus siembras
desde la niebla aparecen alzados los puños...
Caupolicàn tenìa rayos en las manos, Galvarino, Ñuñoa,
Pelentaru,
vencedores de la tormenta y el trueno
han legado un sol a su especie: no seràn vencidos
aunque sus pechos revienten como volcanes ante la furia del poder:
es la tràgica belleza
del que defiende sus derechos,
aire vigilante sobre las aguas...
VII
hijo de todas las tierras
el firmamento que guardabas en tu pecho
se lo llevò feroz viento negro,
tus ojos ya no reinan frente a la roja fruterìa del atardecer...
ya no sientes las sandalias de cristal
del viajero que va a morir al mar...
quedò reducido tu horizonte al paso de un pastor de serpientes.
no hay asombro para tu dolor.
a nadie preocupa tu constante caer,
esa agonìa de hombre negado al pan desde niño...
tu angustia es un trapo pisoteado cada dìa,
trozo de luna asado,
festìn de fètidas fauces...
nadie advierteaquel delgado rìo de làgrimas
que viene marcando eternidades
en rostros recièn aparecidos
para asistir al macabro baile de las discriminaciones...
eres joven y anciano desde que naces
y no te ven quienes te roban el derecho a ser en tu territorio...
tendrà que llegar un alba cuajada de promesas y cànticos
trayendo un sueño de duraznos en flor
y cantando adioses a las larvas de agentes irracionales...
hijo de todas las tierras.
un dìa caeràn para siempre las oscuridades
abatidas por un joven rayo de sol...
VIII
joven brisa
olor a tierra fresca tu nombre, pronunciarlo es despertar
un canto de trutrucas de pretèritas lejanìas,
agua en la piedra,
musical gemido en los brazos del viento...
Deberàs caminas sobre afiladas sonrisas, vencer el desprecio
de quienes buscan
la blanca llamarada de tu boca para disgregarla...
duros lagartos te saldràn al paso, querràn mancillar
la riqueza de tus brazos y piernas...
tendràs que bailar sobre sus carcajadas, pisotear sus corazones helados,
dueña eres
de todos los cielos que de noche cubren tu continente
con las translùcidas sombras del sueño...
lluvias, aires, calmas, tormentas, temblor de araucarias,
cargadas de firmamento... todo te pertenece.
levanta tu linterna, grita dentro de tus lìneas,
jamàs te muestres como desheredada de los astros...
y no abandones tus rodillas ante nadie.
sè iluminada piedra
y florecerà en ti ese aroma indomable
que ha de procurar un diàfano amanecer...
y nadie mutilarà tu caminar...
I
inche lautaro
1
hay un gran sollozo atravesando los siglos... amanece
sobre las colinas y los rìos.
y tú, Lautaro,
vuelves a sentir en la piel el largo azote de las injusticias...
en mar de escorias y papeles te fusilan, te castigan
por ser puro, libre
y hermano del relàmpago desmayado sobre las hojas canelarias...
no te quieren altivo, soberano de la tierra, feroces saqueadores
maldicen tu defensa
y te empujan con tempestades y balas
hasta las ùltimas regiones del silencio. un llorar de araucarias
cae sobre la faz infinita de tu pueblo...
en las esquinas de ninguna ciudad eres bienvenido,
sepultan tus sueños
bajo aludes de insultos y desdenes. ah, hermano,
còmo asesinan tu aire
y tusalas en las sagradas aguas, te acuchillan el alba y la paloma
con sus monstruos de acero...
en nombre de la civilizaciòn quiebran tus pasos,
hablan de paz
mientras te parten la sonrisa que va cayendo como un agua triste
sobre el villado terruño que te vio frente a las espigas...
desde el Bio.Bio levanto mi puño
y en mi voz renaces y creces como un roble entre cantos de libertad...
2
con mi sangre temeraria derrotè tormentas y corazas, del canelo
recibì la fuerza y la bendiciòn
y el valor para desenmascarar centauros y demonios:
me levantè con esta antorcha
que permanece encendida hace cuatrocientos años...
odian mi persistencia.le digo:
otra vez mi pueblo està herido, cubierto de cicatrices...
Pero tenemos alerta el ojo, latente,
dispuestos a seguir defendiendo nuestras naturales pertenencias...
mi visiòn -¡òiganlo bien!- jamàs se ha nublado.
mis manos trepan, acarician raìces milenarias
durante todas las noches del planeta...
hay que dar àsperas contiendas
por la luz arrebatada en todos los instantes
de este presente siempre renovado...
por ti, mujer,
encorvada por centenarias amarguras,
y tus vàstagos, pilares del mañana en flor...!
¡inche Lautaro...!
nota: (este ùltimo poema recibiò en un concurso una menciòn des-honrosa.
Jesùs Espartero
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