Maite Ibáñez Salvador nutre su poesía con elementos de la naturaleza,
agua, árboles, flores, luna, tierra y sol, lo que hace de su poesía una
lectura amena y y viene a ser como un tranquilzante natural a quien la
lea. Tampoco tenemos duda respecto de su capacidad, logrará situarse
entre las mejores exponentes hispanas.
LLUVIA DE CRISTAL
La lluvia se ha calmado.
Los pájaros cantan, el cielo está soñando con nubes de cristal.
Junto al olmo, mi corazón soñaba:
una gota de cristal me amaba.
¿Quién pudiera ser lluvia, y bailarle al cielo una danza de aire
desde lo más profundo?
Bailando bajo la lluvia un pájaro cantaba.
quería escuchar su canto, pero la lluvia no lo permitía.
Silencio me envuelve sobre la tierra, me siento lluvia.
¡Mi corazón llora! Siento la lluvia como me está amando.
Mi alma se está quedando sin agua,
la noche serena, calmará mi pena.
Las piedras y las plantas no sienten
el sonido del agua.
Es mi canto, soy manantial.
La lluvia, el viento en silencio dormido,
agitan mi alma.
¡Eres olmo!
Le dijo la lluvia a mi corazón. Y hubo una tormenta
que todo el cielo manchaba.
Yo me abracé al árbol, con tristeza en mi alma,
lágrimas desaparecieron en el agua.
Quise volar con los vientos, bailar con las estrellas blancas,
la lluvia no me dejaba.
¡Eres lluvia!, el cielo gritaba, y un torrente de estrellas,
así me bautizaba.
Hablo a los árboles,
a la lluvia y a las plantas.
Cuando paso
se fascinan
si les canto
contemplando
la lluvia que cubre
el prado.
¡Árboles, plantas, pájaros flores!,
no dejéis de escucharme; sin vosotros
¿cómo podría hablaros?
sois vosotros los
que calmáis mi llanto.
1 comentario:
Entre palabra y palabra la nube se volvió lluvia y surgió un poema.
Gracias Carlos. por abrir caminos en tu buena poesía.
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