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miércoles, 29 de junio de 2011

PATRICIA TÉLLEZ

PATRICIA TÉLLEZ


CACHUPINA NUNCA VOLVERÍA A MIRAR EL MAR.

Me detuve a mirarla muchas veces, su mirada piadosa, de una profunda clemencia, se asomaba en

sus ojos muy tristes. Fue esquiva a mis primeras caricias, solo hablándole, diciéndole el gran amor

que sentía por ella, hizo posar su cabecita en mi mano, ella y yo, ya éramos amigas... Fueron largos

días los que costó sacarla de una zona allá en Pelluhue, entre la arena, escombros, rodeada con ese

or a dolor y a muerte, yacía echada sobre lo que fue el cimiento de su casa, parte de la cocina quizás,

o parte del baño, es muy difícil distinguir ni siquiera las ruinas de lo que un día fue una casa, ahí se

quedaba jornadas enteras mirando hacia el infinito, esperando lo que nunca regresaría, lo que nunca

el mar por dignidad devolvió.

Tenia heridas en su cabeza y cuerpo, sucia, llena de arena y fango casi podrido, sus tetillas llenas de

leche, hacia asegurar que pocos días atrás de su holocausto, había tenido cachorritos, su leche, se

derramó en el agua como queriendo alcanzar a sus hijos, sus mariposas en vuelo esperaban la

ternura de una flor donde posarse. Mi Cachupina, qué dolor tan grande te dio la vida, la marejada de

comprender los designios del destino, fue mas dura aun en tu corazón, y en tu alma que ya está

muy dentro de ti.

Todos los días jugaba en su casa al lado de su familia, su “mamadre”, una niñita de escasos 9 años

lo era todo para ella, su compañera inseparable, su arrullo de las noches, sus abrazos cálidos de un

amor tan grande que las unía. Frente al mar, jugaban por la playa corriendo por la arena como madre

e hija, y admiraban el vaivén de las olas que solían saludarlas cuando ellas correteaban mojándose

en el agua. Cachupina era muy feliz, tenía todo lo que una perrita como ella podía alcanzar en esta

vida, el amor, la comprensión, y para ella la palabra soledad no existía.

Una noche, en que había luna llena, brillante de color amarillo anaranjado, que se reflejaba en el

mar formando una aureola, su familia dormía tranquila y serena. Más, Cachupina miraba la luna, esa

extraña luna que pretendía ser un foco gigante alumbrando el mar. Las mariposas de su pecho hicieron

un sosiego, y Cachupina cerró sus ojos cansados durmiéndose plácidamente mirando a su pequeñita

madre adoptiva. Despertó intranquila, sintiendo como la tierra se estremecía bajo su cuerpo, y un ruido ensordecedor, hacia que se inquietara al no comprender bien lo que estaba sucediendo. La tierra comenzó

a rugir cada vez más y más, era imposible sostenerse en pie, las casas aledañas a la suya, comenzaron a derrumbarse, caían como ángeles de piedras atacados por un cielo enfurecido. Su casa aún estaba ahí, los

gritos de sus amos, el miedo profuso asomado por los ojos de la niñita, hacían que Cachupina se inquietara

cada vez más. Luego vino el minuto de su holocausto, una masa de agua gigante, oscura, reflejada por

destellos de la luna se acercaba violentamente, los gritos de su madre chiquita, los clamores de auxilio de

sus padres, la encontró horas después, aferrada a lo que se suponía era un tronco de un árbol, al abrir sus

ojos, todo era mar, todo era desolación, todo era restos de escombros, de casas, de enseres. Corrió a ver a

sus amos, a su pequeñita madre a quien tanto adoraba, pero ellos, ni la casa estaban ya, el mar, con su

furia desmedida de una naturaleza violenta se lo había llevado todo. Mirando con sus ojitos asombrados y

lacrimosos, lanzó sus aullidos lastimeros hacia el cielo, y se echó sobre las ruinas de unas baldosas a

esperar que su madre regresara. Cachupina comenzó desde ese momento el aprendizaje de una palabra

nueva para ella que estaba en el lenguaje de los humanos. Ella... Así conoció la desolación.

/A la nanita nana nanita ea, el sol ya no brilla sobre la arena nanita ea...

Como las golondrinas que vuelan triste, buscando un nido...

Mi corazón te busca nanita ea muy dolorido...

Cuando llegue la noche nanita ea para dormirnos...

Le pediré a la luna tener tu abrigo...

Tener tu abrigo.../

Se llenó de gente aquel lugar, helicópteros volaban y aterrizaban en la zona, fuerzas militares tomaban

el mando de la situación, parecía como una guerra, pero una guerra tan extraña, una guerra donde al

enemigo, ni las armas mas mortíferas lo pueden vencer, un enemigo sin armas, sin trincheras porque

su dominio era infinito, un enemigo de pies gigantes que pisó fuerte quebrando la tierra, y enormes

brazos que arrasaban con fuerza y furia todo lo que había a su paso...El histerismo de una Era ya tan l

lena de violencia y de odios, de enajenación y violaciones, de explotación y miserias que ya no pudo

callar más su voz, y llamó al rugido de las leyes naturales a embestir al hombre.

Una poeta andaba por aquel lugar, con su mirada de rimas desoladas, que ahogaba como liras

astimeras en su garganta... La ayuda se hacia muy poca, y la necesidad urgía los estómagos

desvalidos

de los que sobrevivieron, ella, alargaba sus brazos para abrazar y ayudar a todo el mundo. Se detuvo

a mirar a Cachupina, ahí tirada sobre esa loza, esperando que el mar le trajera de la mano su amor

mas preciado. Se acercó a la perrita, pero ella hosca, huraña, rehuía, a veces atacaba, como culpando

a todo ser viviente de su gran dolor. Fueron días enteros, semanas, tratando de alcanzar la confianza

de la perrita, llevándole sus alimentos y abrigos, ante la mirada expectante, a veces atónita de las

fuerzas navales y de la gente que estaba ayudando en aquel lugar. Hasta que por fin Cachupina cedió,

primero a unas caricias en su cabecita dañada, luego en su lomo, hasta culminar en un abrazo de

una entrega de amor tan grande, y así se quedó, aferrada a los brazos de la poeta, quien entre

palabras dulces de una nueva madre, y regocijos de caricias, se la llevó a su nuevo hogar.

Ahí tenia mas hermanitos perros, un hermano loro que no callaba en todo el día imitando voces y

siguiendo canciones, ahí tenia sus perritos de peluches para llenar esa ausencia en las mariposas,

ahí tenia un amor incondicional, imperecedero, regaloneos en la cama de sus nuevos amos, ahí,

intentaba reconstruir toda una vida que fue devastada en una noche.

/A la nanita nana nanita ea, tus ojitos de niña no lagrimean nanita ea....

Otra voz dulce de niña buena nanita ea, ya te canta al oído canciones bellas nanita ea.../

El viento imitaba a violines en una sinfónica celestial, la vida hacia su asomo por las rendijas de

la existencia eterna...

Yo me detuve en aquel lugar, mi amiga poeta me llevó para llenar mi alma... ¡OH mi Dios!...

Sentí que todo ese holocausto se me vino encima, escuché voces clamando compasión, escuché

gritos pidiendo piedad... Parada ahí me encontraba, donde estuvo la casa de Cachupina, una

animita era un mudo y triste testimonio de que ahí hubo una vida, plegarias escritas cuyas letras

emitían un dolor tan grande, el plato donde comía Cachupina destrozado, restos de vasos, y

tantos testimonios que me carcomían el pecho y lo apretaban. Restos de cimientos de casas,

con cruces negras pintadas en su suelo, con el nombre de las familias que allí alguna vez vivieron...

Yo te cantaba Pachamama para rendirte tributo por tus dones... Los reinos de la naturaleza eran

como mis dioses sosteniendo los pilares de la existencia humana. Yo te canté siempre al sosiego

de tus lluvias plácidas de abril mojando mis cabellos, hoy mi voz no me sale, hoy los pilares

de mis vocablos enmudecían, hoy mis ojos superaban a las rimas, mis ojos, enceguecían mi lira

al conocer de ti mi Pachamama, la mano de tu ira...

/ A la nanita nana nanita ea, aquí descansa una niña, bendita sea nanita ea...

Bendita sea...

Junto a las caracolas surca los cielos nanita ea, caballitos marinos van a su encuentro...

Van a su encuentro.../.

Y por todos los niños que esa noche murieron, por los hombres y mujeres que murieron luchando

por ese golpe del destino que esa noche de luna llena los azotó.

Cachupina, después de dos meses aterrada se escapó de la casa, cuando sentía llegar gente se

nvadía de temor, pasaron horas buscándola, hallándola en los cerros, nuevamente desvalida, como

buscando a la familia que perdió, más cuando vio llegar a mi amiga poeta, corrió a sus brazos y se

aferró a ella para no soltarse nunca más.

Si...Fue esquiva a mis primeras caricias, solo hablándole, diciéndole el gran amor que sentía por ella,

hizo posar su cabecita en mi mano, ella y yo, ya éramos amigas... Con su mirada me lo contaba todo,

el lenguaje de nuestros silencios hicieron una comunión con nuestras almas, me dijo que era feliz,

que amaba mucho a su nueva familia, que tenia una madre poeta que entendía su lenguaje de

perrita, y una niñita llamada Katty que le musitaba por las noches sus nanitas ea... Mientras recibía

su historia con sus mudos lamentos tristes de canino, fui volteando mi mirada hacia el mar, mas ella

me detuvo... Me dijo... Que puede mirar y admirar las flores que adornan y visten la casa... Me dijo...

Que se entretiene dándoles formas a las nubes del cielo... Me dijo... Que charlaba noche a noche

con las estrellas, pero que a la luna aún no le dirige la palabra... Me dijo... Que canta coplas de amor

con el viento...Me dijo... Que espera al sol para desayunar por las mañanas. Pero que nunca, nunca,

nunca., en el resto de vida que le queda por vivir, volvería a mirar el mar.



2 comentarios:

vivalabiodanza dijo...

Bonito tu post.... algo de mi puedes leer en http://vivalabiodanza.wordpress.com/

Suerte y sigue compartiendo tu talento!

vivalabiodanza dijo...

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