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viernes, 8 de enero de 2010

YOLANDA LAGOS

YOLANDA LAGOS
(1928)

Un pueblo bajo la lluvia es como un niño dormido. Aves y animales buscan refugio
y sólo de vez en cuando se oye un lastimero pregón. Los perros ya no tienen luna a quien ladrar y enmudecen...
Todo esto le sirve a la autora para evocar al amigo ausente, mientras la lluvia repite una y otra vez que volverá...
Yolanda Lagos es una de las grandes poetas chilenas. Ojalá el polvo, la envidia el menosprecio y la indiferencia de los de siempre, no se ensañen con tan elevada poeta...

QUEMCHI BAJO LA LLUVIA

Llegué a Quemchi...
Era invierno. El muelle se mecía bajo la bruma.
El mar sostenía su lucha,
su eterna melopea.

Bajo la lluvia el pueblo palpitaba.
La plazoleta sitiada por los vientos
junto a la sacra capilla de madera
y el frío parloteo del cielo.
Plácido pueblo de mirada cálida.
Así viví esos días.
Quemchi bajo la lluvia respiraba.
Una calle recuerda al hijo de leyendas.

Aquí partió el navío Coloane
rumbo al confín del mundo
hacia extranjeras tierras.

Siempre vuelvo, decía.
El mar filtrado en su sangre de egregio isleño
de relatos perennes.
Las voces del archipiélago te aclaman.

Aquí entre las islas timbales
donde establecen su reino los petreles
de timbal a timbal resuena tu nombre.
Desde el profundo paraje de las agua
y el romance de Aquelhuahuen y Tequenica
Quemchi bajo la lluvia te adoraba.


REGRESO AL TIEMPO

Siempre regreso al tiempo de una campana
al galope de la lluvia en el tejado
mientras la voz del profesor irrumpía en la sala
en la añosa casona amarilla.
Mientras las alas invibles del viento
recorría las calles gemebundo,
aleteaba en el mar como un gran pájaro herido.
En la bahía de Ancud todo era viento y lluvia
y prolongados inviernos,
donde floreció mi edad
como la primavera de las islas.
Charlas interrumpidas en un pasillo,
clases con fórmulas negras,
vertiginoso viaje hacia el pasado.
Surgió la despedida
los muchachos partieron
hacia Oriente y Poniente,
en busca de confines perdurables.
La soledfad inundó la casa en ese breve estío
con la dulce campana cautiva.
En el fondo del patio, verde cicuta prolifera,
gozosos tiuques rasuran la tierra.
Hoy son otras las aulas, los maestros,
la muchachada frenética y altiva.
Otro el muelle donde la luna se paseaba
faro del mar en la noche invencible.

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