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jueves, 4 de marzo de 2010

MARÍA ANTONIETA LAMPEREIN MELERO

MARIA ANTONIETA LAMPEREIN MELERO
(1889 – 1951)
La lluvia es una mensajera constante, a veces nos trae noticias de otras esferas o nos
brinda recuerdos, nos parece sentir los pasos de quien un día partiera para siempre hacia la silenciosa estancia...
Entonce hay un doble llanto, el del cielo y el de la poeta. El viento parece gemir y hasta los árboles elevan algún claro lamento. Es un dolor demasiado grande que pone en la almohada visiones de intensa nostalgia. La poesía también sabe llorar...


RECORDANDO
Cuando el viento huracanado
sopla en las noches de invierno
y la lluvia que golpea
más y más siento arreciar,
acurrucada en mi cama
recordando yo no duermo
con el alma destrozada
de sufrir y de llorar.
Mientras yo estoy abrigada
en el lecho tibio y blando
mi amado duerme su sueño
en un estrecho cajón

y acaso sobre su rostro
estará el agua goteando
tendrá la ropa empapada
sobre el quieto corazón.
Y esta idea me trastorna
me hace daño y enloquece
y voy corriendo allá lejos
la sepultura a cavas
y al fin, rendida
lo encuentro
y estrecharlo me parece
y con mis besos ardientes
su helada boca entibiar.
La ilusión se desvanece
hundo en la almohada la frente
y en el alma y en el cuerpo
siento un terrible dolor
un dolor punzante, loco
ante el sueño de la muerte
que hace vana mi ternura
y hace impotente mi amor!
¿por qué vamos por el mundo
sin dejas huella más leve
que el rastro sobre la arena
que la ola sobre el mar?
¿Por qué somos cual la sombra
de una rápida centella¿
¿Por qué venimos al mundo
para sufrir y llorar?
Riqueza, amor y fortuna
todo acaba, todo muere
pero el alma, el alma vuela
en pos de la eternidad.
El alma es hija de Dios
en el cuerpo aprisionada,
la muerte rompe los lazos
y ella vuela al más allá!
En una noche de invierno
vendrá la muerte a mi lecho
mi quedará quieto
mi alma libre quedará
y allá nos encontraremos
y en un abrazo mudo, estrecho,
mi alma a su alma confundida
para siempre quedará.
Y sigue el agua cayendo
y sigue el viento silbando,
mi cerebro desvariando,
sangrando mi corazón.
¡Ay, quién pudiera dormir
entre sus brazos soñando
mi negra pena mentira
y mentira mi dolor!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi abulita paterna querida.