IRMA ASTORGA
(1920 – 2000)
Impresionante poema dedicado al padre que jamás la poeta olvidó y que en sus versos
renace cada vez con más fuerza, y está vivo y la hija habla, pregunta, como antes,, siendo
niña, porque él era un sabio en el dar amor paterno.
En sus sueños la recia autora le pide que vuelvan, ambos, a sembrar, a jugar, a mirar la lluvia
y el viento, que en vano pretende zafarse de las zarzas.
Hermosa forma de soñar y traer al ser querido al tiempo de arreboles y trinos lejanos...
Irma Astorga, admirable poeta...
RÉQUIEM PARA MI PADRE BELISARIO ASTORGA
Padre, en esta noche de florida lluvia,
¿dónde estás?
Tus aporreados huesos aún duelen
de tanto trabajar para nada.
¿Para nada?
La muerte es un trabajo que se aferra a los vivos,
apretando la sangre
cuando se nos doblan de humillación los huesos.
Padre, sí, lo sé. Tú lo dijiste en el momento
de tu último aliento:
“al mar no se le puede retener en un canasto,
ya verás cómo un día salta la valla
y entonces será el caos”.
Padre, ¿no sientes el perfume de octubre?
Tú amabas las rosas
y adivinabas el pezón de las parras:
“Hija, el invierno llegará tardío,
como nuestros sueños”, dijiste, y así ha sido.
Estamos al borde del maíz, de las sandías,
los tomates ondearán su rojo
en los escondidos verdes, de las chacras.
Y justo ahora, llega una carta que dice
que mi hermano, el menor, con sus hijos, parte a
tierras heladas
con el sabor de Chile en su tristeza...
¿Por qué, Padre? ¿Por qué?
Esta lluvia me anega los ojos,
me está matando de a poco.
¿Cómo salir de esta invisible red donde me falta el aire?
Toma mi mano, padre, y, como antaño,
echemos semillas en el aire.
Juguemos a ser magos, pintando el aire de colores.
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